Vampiros en Wuhan, o la epidemia real maravillosa

A female shopper wearing a surgical mask walks past empty

Supermercados vacíos, calles desiertas, aire limpio, vistas interminables, delfines (falsos) en los canales de Venecia, familia de jabalíes paseando por el Sacro Monte, ¿necesitaba el mundo una plaga? Esa idea peligrosa recurre en las pesadillas de la cuarentena.

La plaga y la peste. No el simulacro político ni la mala imitación china, sino el Apocalipsis Now. La solución revolucionaria.

Para los posmilénicos que pedían el cambio de régimen—aquí lo tienen. El virus parece ser la respuesta a las demandas ecológicas de la nueva generación. El sueño cumplido.

La canción Nada más que flores, de los Talking Heads, lo dijo tan temprano como 1988: Once there was a parking lot, now is a peaceful oasis… And as things fell apart nobody paid much attention.

Ziggy Stardust, el profeta, lo había dicho antes: News guy wept and told us, Earth is really dying, cried so much his face was wet, then I knew he was not lying…

Según la cuenta de Bowie en 1971, nos quedaban cinco años para lamentarnos.

Si es cierto que el COVID-19 nació en un laboratorio situado demasiado cerca de un mercado mojado y un matadero, es de suponer que nos esperen otros virus camperos y genéticamente modificados. Un supervirus que, a fuerza de evolucionar, aprenderá a volar. Uno que prescindirá de mosquitos, saliva u otros agentes transmisores.

No es la plaga retro de Albert Camus y Daniel Defoe, de eso estamos seguros. Tampoco la enfermedad que refiere Francis Bacon en La Nueva Atlántida:

My Lord would have you know, that it is not of pride, or greatness, that he cometh not aboard your ship; but for that in your answer you declare that you have many sick amongst you, he was warned by the Conservator of Health of the city that he should keep a distance.

¡El Conservador de la Salud! ¡La distancia social! ¡Tan siglo XVII!

Esta es la plaga pospunk del ecologista Eric Pianka. Es el flagelo de una vieja canción de The Germs que decía: Evolution is a process too slow to save my soul.

Se trata, a fin de cuentas, de la pandemia del Partido Comunista Chino y de su líder eterno, el camarada Xi Jinping. Una Revolución Cultural exprés.

Wuhan-China-coronavirus-hospital-GettyImages-1198465048.jpgPara dar una idea aproximada del problema, imaginemos la desidia e ineptitud cubanas multiplicadas por mil millones y medio. Un tonel de virus, con secuencias corta-y-pega de SARS y VIH, en manos de un secretario provincial del Partido.

La provincia se llama Hubei. Mucho antes de que se nos prohibiese salir a la calle, quedó proscrito decir «virus Wuhan» y «catarro chino» por miedo a ofender a los nietos de la viuda Ching. El remedio fue, desde el inicio, peor que la enfermedad.

En ese primer momento, se reportaron más casos de xenofobia que de contagios virales: para la prensa liberal, lo viral era lo xenofóbico. Aún no existía la prueba de anticuerpos, y ya había miles de casos de negligencia criminal, como dejó claro la bella imagen publicitaria de Tom Hanks y Rita Wilson en Australia. «Hasta los canguros saben combatir la plaga mejor que Donald Trump», tal era el subtexto. Y por debajo del subtexto, la certeza de que la prensa es la verdadera enfermedad antoinmunitaria de Occidente, cuna de la decadencia y hospital del espíritu.

Occidente se enfermaba en salud y ordenaba su propia evacuación. Los estantes vacíos a tutiplén—según el filósofo franciscano David Landau—proclamaban el triunfo de los socialistas, los zombis de Sanders. Ahora usted también podía residir en el holograma bolivariano: San Francisco era Caracas, y Miami, Santos Suárez.

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La narrativa de la plaga mutó más rápidamente que el mismo virus. Primero supimos de un oftalmólogo que las autoridades comunistas habían neutralizado enviándolo al hospital de los disidentes. En el clímax de la escasez de ventiladores, Li Wenliang vino a ser el divino soplón y el soplo de aire puro.

El buen doctor Wenliang delató el complot del Partido—después fue a prisión, enfermó y falleció en menos de 48 horas. El caso parecía salido de una secuencia surrealista del director Bi Gan, de su película Viaje al fin de la noche. En la obra de Bin Gan vemos la China que nos escamotean las Olimpíadas rojas y las torres de Koolhaas y de Zaha Hadid. Es la China abismal de los mercados mojados, el chilindrón de murciélagos y los niños vendidos en bazares.

Mientras tanto, las agencias noticiosas pronosticaban la peor crisis de credibilidad del Presidente Xi, y hasta ponían en duda su capacidad para resolverla. «El problema más grande que ha enfrentado China desde los sucesos de la Plaza Tiananmen», proclamaban los titulares. Se acusó a Xi de haber dejado escapar el virus y de suprimir la información pertinente (De cómo la incompetencia China puso en peligro al mundo, Foreign Affairs, febrero 15, 2020).

Los reportes hablaban, todavía a mediados de febrero, de una tal doctora Shi Zhengli, conocida como la Mujer-Murciélago o Batwoman, investigadora del Instituto de Virología de Wuhan (nivel de bioseguridad 4, o NBS4), tenaz propulsora de la teoría de la transmisión vía vampiro. A ella debemos también la fascinante idea de que «la Madre Naturaleza castigó a la humanidad por sus prácticas incivilizadas».

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También en febrero, la misma publicación Foreign Affairs informaba que una violación de seguridad en el Centro de Prevención y Control de Enfermedades había sido la causante de la epidemia de SARS en Pekín, en 2004, y que un accidente similar era la causa de que 65 empleados se enfermaran de brucelosis en el Instituto de Investigación Veterinaria de Lanzhou, en el noroeste de China, en el 2014.

Frankenstein

En enero del 2020, el renombrado científico chino Li Ning, conocido como el «Frankenstein chino», era sentenciado a 12 años de cárcel por vender animales de laboratorio a los mataderos locales y apropiarse de 4 millones de dólares en dineros de financiamiento. En febrero, China designó a la mayor general Chen Wei, máxima experta en guerra biológica, como directora del problemático Instituto de Virología de Wuhan.

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Si consultamos el artículo de la revista Science, El misterio rodea el despido de investigadores chinos de un laboratorio canadiense, del 19 de julio del 2019, encontraremos la siguiente noticia:

«El 5 de julio, funcionarios del Laboratorio Nacional de Microbiología (NML) en Winnipeg, Canadá, escoltaron a Xiangguo Qiu, al biólogo Keding Cheng y a un número no revelado de sus estudiantes del laboratorio y revocaron sus derechos de acceso, según informes de los medios canadienses. La Agencia de Salud Pública de Canadá, que opera el laboratorio, confirmó que había remitido el «asunto administrativo» a la Real Policía Montada de Canadá, pero dijo que no proporcionaría detalles adicionales debido a preocupaciones de privacidad. Varios observadores han especulado que el caso involucra la transferencia inadecuada de propiedad intelectual a China».

Pero, a partir de marzo The Guardian, entre otros periódicos liberales, daba un giro de ciento ochenta grados y desplazaba su atención (nuestro ínfimo intervalo de atención) hacia Jared Kushner, Boris Johnson, Manu Dibango y Donald Trump. Usando el  tipo de didascalia que acompañaba a los antiguos noticieros ICAIC, los editores de The Guardian, nos informaban que «la presente administración norteamericana ha establecido nuevas normas de comportamiento. El odio y la crueldad desfiguran el discurso público… la mentira es algo común… La verdad es perseguida… pero con la ayuda de nuestros lectores podremos devolverle el protagonismo que le corresponde», todo esto en una nota al pie de reportaje, donde se nos explica la manera en que debemos pensar y votar.

«Desinformación rampante, fuentes noticiosas politizadas y un tsunami de información falsa», lamentan los maoístas londinenses, sin mirarse a sí mismos en el espejo chino. La verdadera «desfiguración del discurso» llegó hacia principios de marzo, y desde entonces la plaga pasó a ser la propiedad intelectual de los camaradas dedicados a engañarnos.

Desde las páginas del diario El País, dos gigantes de la farándula intervenían, recientemente, en el debate viral. Mario Vargas Llosa, en el artículo ¿Regreso al Medioevo?, llamaba a la cordura y se preguntaba si alguien había advertido que «nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es». Inmediatamente China hizo una hoguera medieval con los libros de Vargas Llosa. Fue la primera vez que se esgrimió, en un email difundido por el embajador chino en Perú, el contrargumento de las «declaraciones difamatorias y discriminatorias». Era el viejo fantoche de la xenofobia.

Por su parte, el coreano Byung Chul-han, en su ensayo La emergencia viral y el mundo de mañana, aparecido en el mismo periódico, pintaba un panorama posapocalíptico en el que 200 millones de cámaras de vigilancia nos tomaban la temperatura e informaban al gobierno central de nuestro estado de salud. «Hasta los lunares del rostro pueden captar», cacareaba Chul-han, y enseguida acusaba a Occidente de rebeldía, de no resignarse a lo inevitable: «Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa». ¡Ni hablar del Caribe!

El capitalismo se tambaleaba, pero eso era algo secundario. El virus era la nueva droga. El virus nos devolvería la vida y—al final de la cuarentena—nos haría libres. Por alguna razón sospeché siempre—o casi al mismo tiempo que Donald Trump llamaba al COVID-19 un engaño (a hoax)—que tal vez se tratara del escape mutante de los seriales televisivos, y que esta vez era la biología la que imitaba al arte. El «continuo hollywoodense» funciona ahora como secuencia genética empalmada con dramas de hospital, apocalipsis zombis y retrofantasías paganas. El meme Corona vendría ser un juego de tronos del que nos está vedado conocer el making of.

***

Por último, los dejo con el ecologista Eric Pianka, que avisó de todo esto hace años. Reproduzco un fragmento de su conferencia The Vanishing Book of Life on Earth, que tantos dolores de cabeza le trajo…

Apocalypse_vasnetsov

That’s Conquest in front, then War, Famine, with Death bringing up the rear. If humans don’t go out in a blaze of nuclear holocaust, or starve in a massive famine, death by a lethal pandemic seems a likely prospect.

Then I typed in “skull” and got these, complete with flashing red eyes. Great, eh? Death awaits us all.

Listing+Skull+Red+Eyes.JPG

Think about everything I’ve said and more.

This is an AIDS-infected T-cell of a human. Each of those little round things is an HIV virion that can infect a new human. Basically, this virususes take our T-cells as factories to make copies of itself.

T-cell infected with HIV, SEM

HIV is a pandemic spread worldwide. It’s increasing in frequency in a lot of places and it’s a big concern to everybody. But, it’s not going to be the one that gets us because HIV acts too slowly, it lets us live several years while it passes itself on to new hosts. HIV is no good, it is too slow to control human populations.

Now let’s consider some other viruses —Ebola zaire has potential. It kills nine out of ten humans. It’s never gotten out of Africa because it is so virulent it kills everybody before they can move. I mean it kills you within a day or two.You can only catch Ebola zaire by direct contact with a human who’s infected. It causes you to bleed. It breaks capillaries and you bleed out your orifices and if you touch somebody who’s sick with it you get it and you die, too—nine times outof ten.

Another variety of Ebola, Ebola reston did get out of Africa and into the U.S. in the form of green monkeys that were imported for medical research —it’s named after Reston, West Virginia, where they have a quarantine facility for these monkeys. They had an epidemic and all the monkeys died, without any contact with each other. The monkeys were sharing a common ventilation system in a room, with re-circulating air. All the monkeys in that room that breathed the same air caught the virusand died.

Luckily for us, Ebola reston doesn’t infect humans. Now it is only a matter of time until Ebola zaire evolves and mutates a little, it will eventually become airborne, and then we might finally see it spread. And if it does, when it does finally sweep across the world —we’re going to have a lot of dead people. Every one of you that is lucky enough to survive gets to bury nine. Think about that. However, I doubt Ebola is going to be the one that gets us, I think it will be something else. Did you ever wonder why things like SARS and now the Avian Flu are continually cropping up? They’re arising because we were dumb enough to make a perfect epidemiological substrate for an epidemic.

We bred our brains out, and now we’re going to pay for it. The microbes are going to take over. They’re going to control us again as they have in the past. Think about that.

Humans could have been stewards of Earth and all its many denizens, microbes, plants, fungi, and animals. We have the ability to have been God-like. Instead, for a short-sighted and selfish transient population boom, we became the Scourge of the planet. We wiped out and usurped vast tracts of natural habitat. We ate any other species that was edible and depleted all Earth’s multitude of natural resources. In a single century, humans burned fossil fuels that took millions of years to form. We fouled the atmosphere, despoiled the land, and poisoned the waters, making the planet uninhabitable even to ourselves. In fact, the disparity between what humans could have been versus the pitiful creatures we actually managed to become is tragic and unforgivable. If only more people would live up to their full potential!

Aquí el PDF de la conferencia completa de Pianka.

Un Comentario

  1. Teresita Dovalpage

    Ay bendito, como dicen mis cuates puertorriqueños. Me encantó esa referencia al «filósofo franciscano David Landau.» ¡Busco su libro!

    • No, en lo absoluto. Es de verdad. Lo que es una cogía de pendejo es la narrativa acompañante. Seguramente usted toma quinina y se cohibe de decir virus chino. Ahí tiene: el síntoma y la enfermedad. Saludos y pase el dato si consigue el hidrocloruro.

  2. “What’s in a name? That which we call a rose by any other name would smell as sweet” ¿chino o coreano? qué más da a estas alturas del partido. No, quinina no, pero morfina sé que utilizan para sedar a los entubados. Además, sí lo nombré virus sinensis, en ocasiones, no siempre, hasta que me enteré que no era kosher porque se gestaba un convenio comercial de los agricultores del Midwest para vender muchos productos (puerquitos más que nada) a Chairman Xi. Y para colmo de colmos, Ai Weiwei anuncia que la pandemia es el inicio del fin del capitalismo. Saludos.

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