El arte me produce una glotonería que no es capaz de provocarme ninguna vianda. Consumo enormes cantidades de arte a cualquier hora del día, ya sea mirando cuadros en un museo o en un catálogo, o estudiando un poema de Pound, de Levertov, de Marimón, u observando la ciudad, sus accidentes y entresijos. Después me voy al cine. Escribo oyendo música. Compruebo que a mis amigos les pasa lo mismo: creo que fuí el primero en notar que la Revolución produjo (que las revoluciones producen) un excedente artístico, una plusvalía sentimental. Las carencias materiales son sublimadas en la creación de entidades metafísicas. Creo que mi desproporcionado apetito se debe a una educación comunista que puso poco énfasis en la esfera material. El castrismo me volvió enteramente subjetivo. Estas son mis pequeñas intervenciones, calibradas aportaciones al debate artístico.
Oye Néstor, muy buenos los artículos todos. No sabía que tenías este blog . Y lo guardo en mis favoritos para regresar a ellos en una balsa de plata, si no se hunde antes…je,je. Un abrazo y disfruto mucho lo que escribes y como lo dices. Frank León