AP, AFP, REUTERS, ONU WebTV
New York, octubre 16, 2018
Dos así llamadas “prisioneras políticas”, reclusas en la prisión de Manto Negro, en el pintoresco municipio habanero de Bauta, lograron burlar la guardia del penitenciario, saltar las tapias y escapar hacia las espesuras de la Sierra del Rosario, vía Caimito, Guanajay y ZED Mariel.
Posteriormente, un bote de traficantes humanos coleccionaba a las dos fugitivas. Los retratos hablados que las agencias de noticias han podido obtener de boca de los campesinos residentes de esta atrasada zona agropecuaria, detallan a dos mujeres “pasaditas de libras, en trajes mezclilla muy atrincados, una teñida de rubio, la otra trigueñita, mantecosita pero bastante buena”.
Los dos traficantes de humanos, en cambio, fueron identificados, en un lenguaje que denota total insensibilidad cultural y una brutal incorrección política, como “negros catedráticos vestidos de chulos, uno con gafas montadas al aire, y el otro bizco”.
Cámaras de seguridad en los probadores de la tienda Valsán, de Hialeah, captan el momento en que las fugitivas, ya en Tierras de Libertad, arrojan los uniformes de prisioneras y se cambian de ropa.
“La gordita se llevó un traje sastre que estuvo de moda el año antepasado y que teníamos en venta en el perchero de liquidación”, afirmó Marislonka Gutiérrez, administradora del popular establecimiento. “La otra”, dijo Gutiérrez, “se hizo los rayitos en el mismo probador, dejó un reguero de peróxido y tinte de pelo del carajo por toda la tienda”.
Marislonka añade que, para colmo, “La trigueña se llevó un teléfono celular, y no un BLU de esos malos que compran los cubanos de Cuba, de eso nada, sino un NOKIA 105 de los que explotan”.
El dato del teléfono explosivo y del tubo de peróxido de hidrógeno hizo que las autoridades de emigración norteamericanas describieran a esta pareja de presidiarias como “terroristas armadas, sicóticas y extremadamente peligrosas”. Los traficantes afrocubanos han sido acusados de bandolerismo y asalto a mano armada.
Carlos Fernández de Cossio, embajador de la República de Cuba en Washington, interrogado a las puertas de la Asamblea General de la ONU, señaló: “Esas dos pelandrujas son delincuentas comunes. Por lo que he leído en la prensa capitalista, los señores afrocuban no son disidentes sino dos proxenetas del barrio Bahía, y las gorditas, cabecillas de un cartel de mulas al servicio del imperialismo”.
Y a punto de entrar al Foro: “Lo repetimos, una y mil veces. En nuestro país no existen presas políticas desde el propio 1959, es decir, desde los tiempos de Apanachi y La China Mirabal”.