‘The Shape of Water’: San Francisco de Asís en el acuario

 

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A la salida del cine Los Feliz, en el barrio angelino del mismo nombre, tuve la corazonada de que The Shape of Water, el último bodrio de Guillermo del Toro, ganaría el Oscar, todos los Oscars. Lo que quiere decir que pasaría como una aplanadora por encima del metafísico Yorgos Lanthimos y del último iconoclasta, Jordan Peele, directores de dos películas mucho más originales e infinitamente más sofisticadas, aunque ninguneadas por los académicos (¡Pichy Perugorría entre ellos!).

Las razones de mi pronóstico son obvias. La forma del agua está elaborada con todos los siropes ideológicos del momento, justo el sabor que deleita a la Academia. He aquí la receta:

  1. El depravado agente federal adicto a los opiáceos, terror de zoológicos y de mujeres casadas.
  2. La conserge-negrita-gordita-con-el-corazón-de-oro, interpretada por Olivia Spencer, arquetipo oficial del milagro africano salido de Compton.
  3. La explotada-latina-maid-in-USA, chispeante, exótica y rebosante de clichés.
  4. La encantadora sordomuda de apellido Esposito (¿cómo el filósofo?) que chapurrea el lenguaje de los monstruos marinos.
  5. El Monstruo Incomprendido, claria de discoteca con corazón de Bambi.
  6. El despreciable general del Pentágono, encargado de la hacerle la vida un yogurt a cuanta especie en extinción caiga en sus redes antisociales.
  7. La conciencia tranquila del doble agente soviético.
  8. El gay mediotiempo, humanista, acuarelista y decorador de interiores.
  9. El supremacista-homofóbico-blanconazo (¿viene en otros colores?) dueño de una barra sadomaso.
  10. Y de trasfondo, encerrado bajo ochenta candados electrónicos en las hediondas mazmorras de un pasado inconfesable, la alimaña que da aliento y sentido a la perpetua queja y mortificación de Hollywood: el abominable senador José McCarthy (no confundir con Joseph Mcartí, ni con el apóstol descalzo que cruza la cebra en el callejón de Abbey).

¿Qué más puede pedírsele al delegado Del Toro? ¿Cómo complacer de manera más completa al Departamento de Orientación Ideológica del Partido? ¿Cómo guataquear los campos trillados de la Industria del Entretenimiento con mayor fervor sectario? Y, ¿por dónde empezar a descamar este camaján?

¿Por el macartismo? Por supuesto que cualquier cosa me viene mejor que reseñar formalmente La forma del agua. En cambio, me tomaré el trabajo de recrear, en todos sus gloriosos detalles, la comparecencia de Bertolt Brecht ante el Comité de Actividades Antiestadounidenses.

¿Será necesario demostrar que por lo menos el Bertolt de Hollywood era un auténtico comunista de carne y hueso colorado, y no el producto de la paranoia teratológica senatorial?  ¿Que Hollywood no fue (nunca ha sido) un remanso de paz donde habitaba un monstruo apolítico aterrorizado por los policías del HUAC?

He aquí una fábula moral hollywoodense para izquierdistas mayores de 12 años.

En 1937 Bertolt Brecht huyó de la Alemania nazi. Pudo haberse refugiado en la Unión Soviética, pero las purgas estalinistas estaban en pleno apogeo y muchos de sus amigos (Sergei Tretiakov entre ellos) ya habían desaparecido. El taimado dramaturgo saltó entonces de Berlín a Praga, luego a Austria, Francia y Dinamarca, de donde escaparía a Suecia y a Noruega (“una época oscura en que cambiábamos de países con más frecuencia que de zapatos”) y finalmente, en 1941, tras un rodeo en el tren Transiberiano, a los Estados Unidos de América.

Con la ayuda del buenazo de Fritz Lang, la familia de refugiados brechtianos (el dramaturgo, su esposa Helene Weigel y dos hijos) alquilaron una modesta casita en la calle 25, de Santa Mónica, (“Esto es Tahití en plan metrópolis, me siento como San Francisco de Asís en un acuario”) por $49 mensuales.

Allí Brecht escribió argumentos y varios guiones, aunque sin mucho éxito. Pero una fantasía bolchevique de 1931, intitulada The Measures Taken (Die Maßnahme), donde el autor justifica la ejecución de un miembro del Partido por mostrarse débil en el momento de cumplir su misión, había cautivado la imaginación de Robert Stripling, uno de los dos subsecretarios del Comité de Actividades Antiestadounidenses.

Así transcurrió la audiencia entre el artista y el funcionario:

Mr. Stripling: “Señor Brecht, ¿considera que esta obra de teatro suya es procomunista o anticomunista, o que toma una posición neutral con respecto al comunismo?”

Mr. Brecht: “La obra es la adaptación de una antigua leyenda japonesa que muestra la consagración total a una idea”.

El suspicaz Mr. Stripling procede a sondear a Bertolt sobre el problema de una cierta canción comprometedora (comprometida, diríamos hoy) con música de Hanns Eisler, también exiliado en California y musicalizador de varias de las primeras obras teatrales del dramaturgo. Stripling recita la letra de la balada y la califica de subversiva: “Apréstense a tomar el poder, obreros en paro, mujeres cocineras, delincuentes de las prisiones, ¡a-pres-ten-sé!”.

Brecht maniobra, finge no entender inglés, demanda un traductor, disputa la versión americana de la copla, e insiste en que “Führung no quiere decir “Tomar el poder” sino “Marchar adelante”.

Mr. Stripling: Señor Brecht, ¿cuántas veces ha viajado a la Unión Soviética?

Ese es el momento en que J. Parnell Thomas, el director del Comité de Actividades Antiestadounidenses, pierde los estribos, incapaz de sufrir una audiencia en la que todo el mundo habla en espeso acento germánico. Le pide a Stripling que agilice el proceso. «¡Mr. Stripling, por favor, dese prisa! ¡Que tenemos que atender muchos casos esta tarde!».

Mr. Stripling: “Mr. Brecht, ¿es usted miembro del partido comunista?”

Mr. Brecht: “Algunos colegas de Hollywood me han dicho que esa es una pregunta de mal gusto. No sé si será verdad, soy apenas un huésped en este país. De todas maneras, trataré de responder lo mejor que pueda. No, no soy un miembro… o no soy un miembro de ningún partido comunista”.

Mr. Stripling: “Pero, ¿sus obras están basadas en la filosofía de Marx y Engels?”

Mr. Brecht: “No creo que eso sea exacto. He estudiado a Marx…”.

Mr. Stripling: “¿Alguna vez solicitó unirse al partido comunista”.

Mr. Brecht: “¡No, no, no, no, jamás, jamás!”.

El tantas veces vilipendiado J. Parnell Thomas agradece a Bertolt Brecht por su comparecencia y lo elogia como “un buen ejemplo a seguir”, declarándolo libre de sospechas. Ya podía regresar a su casa de Santa Mónica. (Brecht regresó a Europa).

Es importante recordar que Hanns Eisler es el autor de piezas tan disímiles como un Réquiem a Lenin; de la banda sonora de Hangmen Also Die! (1943), de Fritz Lang, con guion de Brecht y John Wexley; de la canción de batalla de los comunistas de todo el mundo, Canto a la solidaridad… y de… ¡del himno de la extinta República Democrática Alemana!

¡Efectivamente, Eisler y Brecht eran agentes del comunismo internacional! ¡Qué sorpresa se habrán llevado los inocentones Stripling y Parnell! Pero, ¿no nos pasó a nosotros algo parecido? (¡Ay, si aprendiéramos a bailar con nuestros monstruos como los mejicanos!).

Eisler, el antiguo profesor de la Escuela Marxista para Trabajadores de Berlín, vivió unos años más en Estados Unidos, de donde finalmente fue expulsado en 1948.

Recomiendo no olvidarlo la próxima vez que alguien le venga con el cuento del “temor rojo”, de las cacerías de brujas hollywoodenses o, como dijo Camilo Hernández en Facebook, con la historia de la “rana con pinga” de Guillermo del Toro.

 

 

Fuentes consultadas: Otto Friedrich. City of Nets: A Portrait of Hollywood in the 1940’s, Harper & Row, 1986; Gordon Kahn. Hollywood on Trial: The Story of the Ten Who Were Indicted, Boni & Gaer, 1948.

 

 

  1. ¡Qué alivio, caro Nestorius! Oyendo tantos ditirambos sobre el bodrio de Del Toro, estaba yo como aquel sujeto de «El paño mágico» del Conde Lucanor… Pero veo que al menos ya somos dos.. O «mucho más que dos» dixit Benedetti (el de la poesía oficinesca, no el de las pizzas). A mí esta película se me hizo un pastiche abominable y aburridísimo, donde se mezclan «El hombre anfibio» (aquella película que vimos de fiñes en Cuba), con «La Bella y la Bestia» y hasta con toques de «Alf» (esa manía del monstruo de comerse los gatos)… Pero las otras implicaciones -y desvirtuaciones- que tan magistralmente pones en evidencia, me recuerda que es algo típico de Del Toro: cuando vi «El laberinto del fauno» me indigné al enterarme por los créditos cuando declaraban que el lugar de las filmaciones hacia sido Belchite, donde ocurrió exactamente lo contrario de lo que dice la película, pues fue el escenario de una de las matanzas más brutales y masivas (mucho más que la de Guernica, pero esa sí está muy publicitada) de los comunistas-anarquistas contra los del otro bando. Ya sabemos pues, y ahora lo confirmamos, de la pata zurda de la que cojea el inefable Del Toro (Sentado). Mil gracias por tus visiones y te felicito por ellas, además de tranquilizarme.

  2. Filiberto Hebra

    Totalmente de acuerdo. Me la disparé completa y quedé completamente convencido de lo que también dijo Bertolt Brecht: «La opresión envilece tanto a opresores a oprimidos». Guillermo del Toro, para complacer, milita en ambos bandos de la corrección política.

  3. Roberto Govin

    Yo no pude con la peli y me salí a fumar a los 15 o 20 minutos de película… y falto poco para que me tildaran de inhumano, insensible, facha y demás… por las amigas americana que me acompañaban, en el primer momento no pude explicarme bien porque mi brutal rechazo que logro hasta indignarme… y lo achaque a mi mal english que me impedía interpretar correctamente el plano verbal de la peli, pero no en el fondo sabia que era toda esa muela humanista y políticamente correcta con tufillo a todos somos iguales e identidad colectiva, que me indigna y aborrece hasta morir, ah… y dice Iñarrritu que su amigo Del Toro había hecho una peli que cambiaría la historia del cine (en mierda me preguntaba yo viendo la peli) pues la fui a ver por sus comentarios y elogios, ya no se en quien creer,
    amigo Néstor todo huele a mezquindad y bajeza… ademas de falta de respeto a un publico medianamente inteligente, pero ahora les mostrare tu articulo a mis amigas como revancha o sencillamente para gozar un poco ja,ja,ja, gracias miles Néstor, un verdadero placer leerte…!!

  4. Armando A Lopez

    Un nuevo género cinematográfico. Un melodrama bicho-porno. La muda gozó en la bañadera. ¿Oscar? Del Toro sueña conque un animalote así, con brillito y lentejuelas, entre a media noche por su ventana.

  5. Omar

    Yo dejé «El laberinto…» a la mitad irritado por el sectarismo de Del Toro, superficialidad, penosa distorsión de la historia y uso infantiloide de los efectos especiales pero con ínfulas de Jean Cocteau. Qué clase de mierda, y cómo todo el mundo se la ha tragado! Me imaginé que esta pintaba por el mismo rumbo.

  6. loli

    coincidir es tropezar con piedras propias y ajenas…
    llevo años de una incierta e inofensiva demencia,
    leyendo las traducciones, versiones y perversiones
    de los poemas de Theodore Roethke…
    me agradó tu particular versión (conjeturar e intuitiva )
    te comparto algunas…
    seguramente las leído …
    tras el azar un saludo

    El vals de mi papá

    El olor a whiskey en tu aliento
    podía marear hasta a un niño;
    pero yo estaba aferrado a ti como la muerte:
    porque bailar ese vals no era fácil.

    Nos movíamos hasta que las sartenes
    cayeron desde el estante de la cocina;
    mientras el rostro de mi madre
    no podía dejar de fruncir el ceño.

    La mano que tomaba mi muñeca
    tenía los nudillos magullados;
    y a cada paso del baile que perdías
    mi oído derecho arañaba la hebilla de tu cinturón.

    Marcabas el compás sobre mi cabeza
    con la palma de la mano endurecida por la suciedad,
    entonces me llevaste a la cama bailando vals
    mientras yo aún colgaba de tu camisa.

    Traducción de Diana Dunkelberger y Marcelo Rioseco

    EL VALS DE MI PAPA

    El whiskey de tu aliento
    Podía aturdir a un niño;
    Pero yo me colgaba como muerto:
    Valsear así no era fácil.

    Jugueteábamos hasta que las ollas
    Resbalaban de las repisas de la cocina,
    Mi madre no conseguía
    Desarrugar el ceño.

    La mano que me tomaba de la muñeca
    Tenía un nudillo lastimado;
    En cada paso que equivocabas
    Una hebilla me arañaba la oreja derecha.

    Marcabas el tiempo sobre mi cabeza
    Con una palma encostrada de mugre,
    Luego valseando me llevabas a la cama
    Todavía pegado a tu camisa.

    (Traducción de Alberto Girri)

      • loli

        sin dudas nerudas
        pero ojo al cerrojo
        las frutas maduras
        nos llevan en ayunos apuros
        al muro (de las lamentaciones)

        yo también encuentro la tuya mejor,
        invoca y provoca un incidente biográfico
        que con sutil exageración
        corrige la pasividad del texto original (traducir la traición)

        te recomiendo la biografía
        The Glass House
        the life of Theodore Roethke
        de Allan Seager
        tiene tela suficiente para cortar tus sospechas
        saludos

      • No es soberbia. Mi traducción es económica, y si bien prescinde de la rima, provee el ritmo del vals campesino, y el sentido de suciedad y violación. Las demás traducciones, aunque honrosas, son eso, traducciones. Gracias por la recomendación. Ahora que sé que te gustan las traducciones, te recomiendo la que hice de Diane Ackerman, publicada en DDC hace años. Es espectacular. Lots of work.

  7. loli

    unos poemitas pomada (de uso tópico)
    de Juan Almela…

    SIGMUND
    Como es una ladilla
    se cree autoridad
    en todo triángulo

    ANALOGAR
    Esto de la literatura
    ?no será el arte sin chimeneas?
    Pues es cuestión también,
    en resumen,
    de tomar el pelo.

    sin ratas erratas
    todos somos pardas gatas

    saludos

  8. loli

    mis vetustos arreos no me permiten esos tropicales holidays… (Latin moon over Biscayne Bay)
    en realidad soy una obesa Ninón Sevilla devastada por los ángeles del tiempo…
    saludos y suerte

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