Los Castro mandaron a buscar a Flake. Cuando están urgidos de dar vida a algún fantoche, los generales usan a sus ayudantes. Igor Parrilla bajó al depósito con la encomienda de traer un cerebro. Encontró el de Hans Delbrück, científico y santo, y en el mismo estante, uno marcado con la etiqueta “DYSFUNCTIO CEREBRI. ¡No usar este cerebro A-NORMAL!”. Fue el que Igor escogió creyendo que era el de la difunta Abby Normal.
Raúl pide que le consigan un brain americano y Bruno se aparece con Jeff Flake. Las primeras declaraciones del fidelista de Arizona son “Los ataques acústicos no son aaataaaques, son incidentes” y “Lo que pasó, pasó. Ahora, a ser amiguitos forever”. Los 3 mil millones anuales en remesas son el daño colateral que debe pagar el Exilio… ¡y a callarse la boca!
Pero el problema de Bruno no radica en el cerebro, sino en el trasero. Trump le ha puesto un tapón a Cuba, esa isla que suele expulsar humanos por el culo. La tusa U.S.A. provocó consternación (y constipación) nacional.
Nuestro país funciona como un gran inodoro y requiere descargas periódicas. Trump le dijo a Kim Jong-un: “Mi botón es más grande que el tuyo”, pero Fidel, con el dedo en la manigueta, les advirtió varias veces a los americanos: “El tanque de mi excusado es enorme”.
Cuba amenaza con expulsar personas como si fueran mierda, con descargarlas en el Estrecho de la Florida, ese esfínter cubano. Amenaza con contaminar el ambiente, acústica, ideológica o escatológicamente. La verdadera misión de Flake es evitar un salidero.
La presión aumenta. Como en el caso de los “plomeros” de Watergate, se trata aquí de lo que en Hialeah se conoce como un “liqueo”. Flake vino a ponerle un tapón al liqueo ultrasónico. No hay salidero. Ni el mismo FBI sabrá nunca de donde saltaron los grillos. Pero el caso de un derramamiento humano ya es otra cosa.
Mientras tanto, doce millones de cerebros cubensis se devanan febrilmente en lo que Obama llamó el “inventou”; mas, lo único que el cubano no ha inventado aún es como desinventar a los Castro. Si cierran las salidas, llegar a un tercer país será tan engorroso como ir al retrete en Colombia, cuando de verdad se tienen ganas. Esas ganas que nunca ha podido reprimir: las de largarse. La presión social comienza por el estómago y pasa por los intestinos antes de llegar al cerebro… La cagazón inminente es lo que trae a Flake a La Habana.
Alguna vez los Castro cambiaron «mercenarios» por Corn Flakes. Hoy, más modestos, cambian a Flake por Parrilla: el senador republicano fue canciller y vocero suplente del castrismo por unas horas.
Luego cogió el avión y se largó a Arizona. Es lo que en inglés de la calle se llama flaky: ser gallina y mentiroso. En la puerta de su oficina debía colgar un cartel que dijera: Flake & Flaky, destupidor a domicilio.
The never ending story. Ahora es La Naranja Mecánica en Casa Blanca amenazando con parar la marea de inmigrantes cubanos «por motivos económicos», sumado a la Ubre Blanca venezolana que se ha tornado horra… un panorama nada halagador para la jubilación de Mesié Raulí. Saludos.
Un ‘flake’ es alguien despistado, olvidadizo, entretenido con quiza algo de ADD. Por tanto el Flake ni sabe donde puso el destupidor. Jijijajajuju.