
El joven dialéctico cubano Yusuam Palacios
Para un intelectual comprometido el derrumbe de La Habana se debe al bloqueo. Nótese que se requiere un bloqueo mental para concebir semejante pensamiento.
Los ladrillos y bloques de cemento, en combinación con el pensamiento, mentalizan la teletransportación acelerada de la Segunda Ley de la Termodinámica.
Así La Habana queda destruida. Adviértase el mapa de áreas verdes (reconstrucción de Eusebio Leal, y renormalización de lo que alguna vez fuera “normal”). Los huecos son obra de telépatas norteamericanos.
La Universidad de La Habana abre el curso “Las Razones de Cuba”, un método de razonamiento que no es privativo –¡ni exclusivo!– de los comprometidos pensadores cubanos, aunque aparezca expresado con mayor urgencia en las bitácoras de los llamados agentes libres (Cf. Enrique Ubieta, Iroel Sánchez, Leyde Rodríguez).
Existen también profesores de Princeton, Brown y Stony Brook que practican el pensamiento (des)cartesiano en el sentido cubano. En lugar de la duda sistemática se aplica allá –en el caso Cuba– la credulidad pragmática.
La incompetencia, el saqueo o el descalabramiento programático se justifican en los términos ecológicos del ahorro y el anticonsumismo, el Fin de la Historia y el criminal bloqueo. “A partir del derrumbe de la Unión Soviética los cubanos comenzaron (Incipit) a sufrir grandísimas privaciones. . .”
Se trata del efecto mariposa: “. . .si hay una explosión en Manchuria, los cristales de las ventanas se romperán en Cumanayagua. . .”
Este pensamiento fractal es también una crítica de la legalidad burguesa. Por fin Fidel Castro retoma su autodefensa, interrumpida en el proceso de 1953. En 1990, se absuelve a sí mismo, eximiéndose de toda culpa. “Los estatutos de limitaciones no aplican”, aseguran los leguleyos del CEHSEU.
A partir de 1989, la culpa castrista recae en los soviéticos. Se inicia una crítica del Socialismo que presupone una revaluación del cogito ergo sum cartesiano. Cuando el pensador piensa desde el socialismo y hacia el socialismo, su pensamiento da una cabriola dialéctica. Si la noética fuera un espejo, el espejo aparecería vacío.
El espejo vacío no refleja al sujeto. El sujeto caído da un tropezón y es recogido (recogito) y finalmente re-parado sobre sus botas de Humpty Dumpty.