‘Regreso a Ítaca’: inventando Historia

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Leonardo Padura, el empresario cultural, tiene puestos los ojos en la industria del cine. En colaboración con una brigada de realizadores extranjeros, se ha empeñado en narrar –hasta la náusea– las contradicciones del largo período que media entre los años sesenta y los dos mil, de los Beatles al rap, de los Rolling a Raúl. Ya empezó con Siete días en La Habana (2012) y continúa con Regreso a Ítaca, del director francés Laurent Cantet.

Digamos de entrada que Padura es un rezago del pasado, un zombi de la época de los Fórmula V cuyos guiones requieren locaciones remotas cubiertas de telarañas (reales e ideológicas). Cuando sus personajes hablan –en lo que, para Padura, pasa por libre expresión– es como si hubieran viajado sin escala, durante cinco décadas, en un buque fantasma. La situación es macabra (Regreso a Ítaca viene a ser secuela de The Others), sobre todo si se considera la insistencia del novelista en llevar la nave del olvido a puerto seguro.

Como un Chandler habanero, Padura recreó en Mario Conde la entelequia del policía sucio con el corazón de oro. Cuando el mono engordó y se explayó en otras muchas novelas, se hizo necesaria la construcción de un parque temático. En Regreso a Ítaca, Padura crea por fin una Habana poblada de tontos sentimentales, un reino mágico donde la furia de los tracatanes no los afectará mientras se mantengan hablando de melenas, de libros prohibidos, e incluso, de las nostálgicas Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Será cuando dejen de hablar, cuando por fin se callen, que las cercas eléctricas soltarán chisporrotazos y que se dispararán todas las alarmas. Habrá llegado la contrarrevolución, o la democracia, da lo mismo.

Las UMAP y las escuelas al campo (“¡No eran tan malas ná!”, exclama el personaje de Aldo, el negro bueno), las recogidas y el destierro, son, hoy por hoy, parte integral del canon: Tapies, Serrat, Eva María y Stalin dan un salto dialéctico, se integran al proceso y se acogen al método de conversión y reciclado que ofrece la narrativa histórica de Leonardo Padura.

Curiosamente, el método Padura tiene mucho en común con un extraño fenómeno de la radiodifusión cubana en la década de los cincuenta. Cuando Laureano Suárez, director de la antigua Radio Cadena Suaritos, cuqueba a sus oyentes con el famoso: “Señora, póngase en cuatro. . .”, estaba hablando en puro Padura; pero el novelista sabe que “. . .en cuatro horas de La Habana a Nueva York” lo salva de la suerte que corren los disidentes. Los censores, ya sean batistianos o castristas, adoran los juegos de palabras, y los personajes de Regreso a Ítaca son maestros del retruécano, parlanchines extraordinarios, viejos camajanes cujeados por medio siglo de teque.

El que regresa es Amadeo (Néstor Jiménez), un escritor frustrado que no ha escrito una línea desde que emigró a España. Tuvo que luchar a brazo partido por la sobrevivencia y sus reservas morales se agotaron. Una obra de teatro y tres novelas inconclusas aguardan en una gaveta por el retorno de aquella savia que, a pesar de todo (éxodo, cárcel, ostracismo), la dictadura ofrecía exuberantemente.

No es difícil adivinar aquí la coña del novelista exitoso (nada menos que el autor de El hombre que amaba a los perros) regodeándose en la mala estrella de los artistas del destierro. Pero, ¿no es cierto que la gran literatura cubana, desde Villaverde y Martí hasta Virgilio, Cabrera Infante, Arenas y Severo, se creó en el exilio, y en las circunstancias más adversas? Amadeo es, sencillamente, un escritor mediocre; y hay más de un escritor malo que se quedó en La Habana a sabiendas de que su obra descansaba en una confusión sociopolítica. También el ascenso meteórico de Leonardo Padura se debe a un malentendido.

Amadeo regresó para quedarse; la aguafiestas de Tania (Isabel Santos), le echa en cara el cáncer de una esposa abandonada; Rafa (Fernando Hechevarría), el típico pepillín avejentado, sigue dándole vueltas a The Mamas and the Papas; Eddy es solamente Jorge Perugorría en el papel de Pichy, citándose a sí mismo, tanto, que en algún momento vuelve a entonar el “Tomen una foto de esta mierda antes que se la trague el blah, blah”, de Fresa y Chocolate (1993). Todos tienen algo que avisarle, aconsejarle o rebatirle al pobre escritorzuelo que espera recuperar la musa. . . ¡en La Habana! Alguien mata un lechón en una casa vecina; otros se lanzan insultos en un solar lejano; amenazantes tumbadoras permean el aire de la urbe y hacen que el escritor se queje: “¡Ay, qué bulla!” Sus compatriotas le avisan: Welcome to the jungle!

Pero los personajes de Regreso a Ítaca se van de lengua y rozan, sin querer, los problemas de la candente actualidad. Cuando Amadeo confiesa que no había venido antes porque “tenía miedo de entrar y que no me dejaran salir”, Rafa le suelta una carcajada en la cara: “¡Pero, qué mierda estás hablando! ¿Tú conoces a alguien que entró y que no lo dejaron salir?” (“¡Tania Brugueraaaa!”, pudo haber gritado alguien desde la última luneta del Yara).

El guión del binomio Cantet-Padura nos presenta la perfecta Mesa Redonda: se habla de pelota; del equipo de los Industriales; se come arroz y frijoles; se fuman Populares; se recuerda el Período Especial, Angola y el caso Ochoa. Hay un adentro y un afuera militarmente delimitados. Fidel tomó las azoteas y no se discute ya nada que Fidel no haya tratado en sus Reflexiones: la azotea misma deviene un zócalo reaccionario, asiento del brete y plazoleta ubicua para una variedad de jingoísmo mucho más perniciosa, por interiorizada: “Tenía miedo de parecerme a otros. Gente que no era nadie aquí, que de pronto se fueron (sic) y cuando llegaron al extranjero se empezaron a inventar historias que ni siquiera les tocaban de cerca. Que este era el país de la humillación, de la miseria, que aquí eran perseguidos. . .”

Este discurso, y el cobarde que lo escribe, no se habían dado nunca, ni en el Chile de Pinochet, ni en la Argentina de Videla, ni en la Bolivia de Banzer. La transición política, en esos países, no estuvo comprometida por la melancolía de sus intelectuales. Allí las cosas estaban claras: la dictadura debía conducir inexorablemente a la democracia. Si la humillación, la miseria y la persecución hubieran sido puestas en duda por un momento, cincuenta años después los chilenos, los argentinos y los bolivianos todavía estuvieran hablando mierda, mirándose el ombligo y añorando a los Beatles.

  1. Gleyvis

    Mi enhorabuena por el post, NDDV. No he visto Regreso a Ítaca, pero ya me dispongo a ello, con tus alertas en mi cabeza. Un abrazo.

  2. AT

    Bravo! hace mucho el Padura que es «pa’flojo, me tiene hasta la cocorotina con sus medias tintas vergonzosas. Por demas, par mi, es un mal escribidor. No tenemos remedio. La isla fantasma mete miedo en mas de un sentido.
    Gracias, por la pluma afilada y certera! AT

  3. Pingback: NDDV: ·Padura, el empresario cultural· | inCUBAdora

  4. Jaime Paredes

    Por supuesto, querido Néstor, no soy Jaime Paredes (un juego de palabras en francés: J’aime las paredes) y te dejo la trivia de la duda lánguida y mortal.
    Te la comiste en este artículo.

    JP

  5. Manny

    Quizas este articulo sea una realidad y el que lo escribe sepa quien es Padura y no me extranaria que nadara en las dos aguas para mantenerse a flote en La Habana pero para mi vi una pelicula que narra la destruccion de varias generaciones,la degradacion de la sociedad ,la miseria y destruccion del pais la frustracion de todos los que creyeron ,los que quisieron creer,los que no creyeron y los que se hacian los creyentes en una dictadura que no dejaba cabos sueltos,a mi me demostro el fracaso de un dictadura sicopata de un megalomaniaco en lo social economico y politico y que arrastro a todos sin distincion al sufrimiento humano a base de represion de libertades en todos los sentidos,a base de fusilamiento carcel o forzada inmigracion .

  6. nddv.wordpress.com.

    Armando acepto tu criterio y lo respeto, pero aun pienso que Padura tiene una posicion valiente lo mismo en literatura que en su conducta humana. Que piense mas a la izquierda o la derecha es asunto de Padura, es valida la libertad de pensar como a cada quien le de su gana. Lei el libro de Troskii y lo encontre profundo y agudo. Y si lo revisaste no se quedo en la critica a Stalin, hay un mensaje de rechazo al control del pensamiento en la propia Cuba. Igual lo hizo con la novela sobre Heredia. No escoge los personajes de casualidad. Tengo leida mucha de su obra sobre todo la serie de Mario Conde. No he visto Regreso de Itaca, por los avances me parece aburrido meter esos personajes durante casi dos horas en una azotea dialogando El filme «7 dias», tampoco me agrado, parece que el cine no se le da. Pero, alla lo tienen bien acorralado. Le publican dos mil libros y se quedan entre la UNEAC y las bibliotecas. Vive modesto en Mantilla donde lo he visitado y es compartidor, de caracter que parece un ingles pero es un cubando reyoyo. Le gusta el beisbol con delirio y sobre todo echo raices en nuestra Mantilla. No pretendo hacer polemitca contigo, hago este breve comentario porque me parece justo. Te repito, no es bien visto alla por las altas esferas y si tiene un prestigio entre las letras a sido a sudor y sangre. Y tiene convicciones propias y deseos de una Cuba con oportunidades para todos y sin tiranias trasnochadas medioevales como las que padecemos. Mis saludos afectuosos. JMGarofalo.

  7. Querido Néstor, soy Mihály Dés, ex director de la ex revista lateral, en la que –hace años– tu tb publicaste algunos ex-celentes poemas, ex si te acuerdas. JC Castellón me pasó por mail la última entrega de tu blog, que me parece super interesante. Da la casualidad y la insistencia de una dama que vi la película de Padura en un cine de Budapest, y te puedo asegurar que estoy completamente de acuerdo con tu reseña. Lo único que puedo añadir a tus reproches es que, además, se trata de una película tediosísima. En apenas diez minutos me vi en la feliz obligación de abandonar la sala.
    Abrazos, Mihály

    • Gracias, querido Mihály. También yo casi me salgo del cine, pero quería escribir sobre ella, y no tuve la suerte tuya! Un placer saber de ti, extraño mucho «Lateral», ya no hay un lugar elegante donde publicar poesía. Abrazo!

  8. Deliciosamente contundente!.Regreso a ïtaca es el eco de un imaginario politico tautológico, el espejismo de una cultura suspendida en el continuum de una razón tan desencantada como inútil. Gracias Nestor por tus lúcidas entregas. Abrazos

  9. Magaly Gonzalez

    Querido Nestor, buscaba las palabras para definir ese gran aburrimiento donde la «gauche caviar» francesa encuentra su sazón cubano como nunca, gracias por esta joya. Nada que añadir, todo lo dices tu.

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